
Pero una cosa es la tradición y otra muy distinta la meteorología, así que este año la realidad se ha propuesto darnos mas de un sofocón a las previsoras (¿o previsibles?) y llevamos ya unas semanas en que los comentarios más habituales en la calle y en los blogs son: "es que con este calor ya no sé que ponerme y además he cambiado los armarios...".
Esta semana quedé con una amiga para hacer unas compras, hicimos el inevitable comentario sobre el tiempo y ella me contó una anécdota.
Para poneros en antecedentes, esta amiga ha sufrido episodios de sonambulismo desde niña y aunque ahora son menos frecuentes, todavía de vez en cuando surge alguno...
Su historia:
"Ayer, como todas las mañanas, cuando me iba a trabajar, fui a darle un beso de despedida a mi marido (también lo conozco) y vi que el me miraba con cara de alucinado y me preguntó:
-¿Pero a donde vas?
-¿Pues a donde voy a ir? A trabajar.
Respuesta de él:
-¿Así?
Y entonces me dí cuenta de que estaba vestida solamente con la ropa interior, pero con las sandalias y el bolso colgado del hombro...
-Tranquilo cariño, primero voy al piso de abajo, que la semana pasada llevé la ropa de verano a la habitación de los críos"
¡Como me hubiera gustado ver la cara de él, seguramente pensando que ella estaba sonámbula otra vez!