lunes, 22 de julio de 2013

Memoria de pez

Esta vez no pretendo haceros reír, sino haceros pensar.
 
Hay una expresión popular que dice "tengo memoria de pez". Pero, ¿tenemos la mas mínima idea de que memoria tiene un pez? Os voy a contar una historia, que como todas las que publico están vividas en primera persona.
 
 Hacía 6 meses que había comprado aquellas dos carpitas doradas en el mercado dominical de la Plaza Nueva, eran para la pecera que tenía en casa de mis padres. Una pecera de esas redondas, sin sofisticaciones, de las que hay que limpiar y cambiar el agua porque no tenían ningún sistema automático al que recurrir.
 
Había tenido otros peces, todos del mismo tipo y "modelo" que habían sobrevivido algunos meses y que cuando les prestaba atención, me producián un efecto relajante, pero, a pesar de que los animales en general me gustaban, nunca me había sentido especialmente vinculada a los peces, de hecho, decía: "me gustan los animales, pero siempre que no tengan mas de cuatro patas, ni menos de dos" .
 
Aquella noche, como otras, me puse a alimentar a las carpitas, eché el alimento que flotaba en la superficie del agua y me quedé a observar como comían.
 
Enseguida noté que algo no iba bien, solo uno de los peces subía a la superficie a la vista de la comida, el otro permanecía en mitad de la pecera, y el que subía a la superficie tampoco comía sino que volvía al interior de la pecera y situándose debajo de su compañero, nadaba con fuerza una y otra vez, pero no conseguía su evidente intención de desplazar a su amigo hacía arriba.
 
Y así durante un par de horas, la carpita esforzándose sin éxito y yo mirando como hipnotizada las maniobras, hasta que al fin, el pez subió a la superficie y cogió la comida con su boca, pensé que ya se había cansado y que iba a alimentarse dando por perdido a su compañero, pero la carpita, bajó al interior de la pecera, se situó enfrente de su compañero y ¡¡¡¡¡LE SOPLó EL ALIMENTO QUE GUARDABA EN SU BOCA!!!!!!
 
No podía creer lo que veía, pero, por si las dudas, la carpa volvió a repetir ese gesto incansablemente, subía, cogía la comida que flotaba en la superficie, bajaba, se colocaba enfrente de su compañero y le soplaba la comida a su boca.
 
A las cuatro de la mañana, me fui a dormir, llorando y totalmente conmocionada por lo que había visto.
 
Dos días después, había una carpita flotando en la superficie de la pecera, y una mujer con muchas dudas sobre los prejuicios, los conocimientos y las afirmaciones que hacemos sobre la capacidad "intelectual/emocional" de los animales.     

2 comentarios:

  1. Desde luego es muy enternecedor y demuestra que el amor y la solaridad en los animales es más que palpable. Muy curioso verdad? Un besazo amiga.
    http://www.solaanteelespejo.blogspot.com.es/

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  2. A mi me sorprendió muchisimo, porque si ese mismo comportamiento lo hubiera tenido un delfín, un perro, alguno de los animales a los que "concedemos" cierta inteligencia, me hubiera emocionado igualmente, pero no me hubiera impactado tanto, sin embargo...¿una pequeña carpa de acuario?...y que fuera capaz de cambiar de estrategia al ver que la primera no daba resultado...no se...Desde entonces tengo mucho mas respeto por todas las especies porque creo que hay muchisimas cosas de ellas que no sabemos.
    Gracias por tu comentario Maria y un beso enorme.

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